Al evidente clima de desconfianza en el gobierno de Felipe Calderón se suman las decisiones traicioneras de funcionarios que tuercen a la administración pública. “Al menos Vicente Fox los corría”, se escucha en el ámbito panista.
Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, acapara las críticas en el gabinete presidencial. En exceso trascendió aquel viaje a Michoacán en el cual no cruzó palabra con el primer mandatario. Si ya había rompimiento, el relevo no sucedió, inexplicablemente.
Anteayer, López Dóriga ofreció la crónica del manejo tramposo en torno a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Contenidos Audiovisuales o “ley mordaza”, pactada por senadores del PAN y PRD.
En reunión de Los Pinos, el primer mandatario preguntó por qué fue descartada la CIRT en la elaboración de esa iniciativa, a lo cual respondió el coordinador de los senadores panistas, Gustavo Madero: “Señor, ya lo pasado, pasado, dejémoslo así y veamos hacia el futuro”, reveló Joaquín.
En actitud digna de su personalidad, Gómez Mont –suele presentarse como “I am the number two”-, emplazó en dicho acto a aclarar cómo había avanzado ese proyecto “a espaldas del Presidente”.
En ese clima falsario estalló la coordinadora de diputados del blanquiazul, Josefina Vázquez Mota, y reveló que en reunión de Consejo del PAN se opuso César Nava a dicha ley, por lo que el titular de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, preguntó vía nextel a Gómez Mont sobre el asunto y éste dio la instrucción de seguir adelante, como si fuera la voluntad presidencial.
Al oír lo anterior, Calderón hizo un duro comentario, vio a Gómez Mont y se fue de la reunión. Quedó evidenciada la traición y la calidad de ciertos funcionarios. ¿Cuánto más puede durar esta relación si la confianza está perdida?
El desenlace sucedió anteayer. Senadores del PAN, por voz de Madero, rompieron el pacto de la “ley mordaza” con el PRD y el legislador de este partido, Carlos Sotelo, se encolerizó, pateó y dijo que el panismo se echó para atrás.
La manoseada iniciativa significa fortunas. Entre otros ordenamientos permitiría prórrogas a las concesiones de radio y televisión, sin necesidad de licitaciones. Cualquier cálculo económico rebasa la imaginación. Lo lógico es que la también llamada “ley Televisa” se ciña a mandatos de la Suprema Corte de Justicia, como realizar licitaciones públicas para evitar prácticas monopólicas. Pero a esto también se opone el presidente Calderón por el deseo de contar con las televisoras en los actuales procesos electorales.
EL CONGELAMIENTO DE DICHA LEY tiene otra connotación: El derrumbe de las alianzas que a iniciativa del PAN fueron concertadas con el PRD por la ilusoria idea de derrotar al PRI en las gubernaturas de Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Sinaloa, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca, Quintana Roo y Veracruz.
Algunos candidatos maniobreros, en particular los que saltaron del PRI al PAN, no admiten posibles derrotas y su situación se les complica por el nuevo choque de azules y amarillos, ahora por la “ley mordaza”. El líder blanquiazul, César Nava, se advierte decepcionado de tales alianzas, con mayor razón si López Obrador ordenó la separación del Partido del Trabajo (PT) de las mismas.
Nava propuso desobediencia al “Peje” y lo dijo así: “Eso quedará en la conciencia de cada simpatizante del PT, de anteponer un llamado de Andrés Manuel López Obrador a una ¡causa superior que es la que nos ha unido!”. Lamentable papel del líder panista.
Es el nivel en que ha caído la triturada política nacional.
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